Vía Crucis
DE LOS ESCRITOS DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS,
CARMELITA DESCALZA
PRIMERA ESTACIÓN
JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
“Oí distintamente dentro de mí: ‘Y Yo fui tenido por loco’…; e hicieron tanta operación en mi alma estas palabras, que desde entonces se trocaron todos estos tan vanos deseos de ser estimada) en el muy grande que desde entonces tengo de ser despreciada… Yo no quiero la vida sino para imitar lo más posible la de Cristo” (C 458).
“Lo único importante es procurar agradar a Dios nuestro Señor y el juicio suyo, que los de las criaturas suelen ser equivocados, unas veces en mal y otras en bien, y lo que únicamente vale es lo que seamos delante de nuestro Dios” (C 4898).
SEGUNDA ESTACIÓN
JESÚS CARGA CON LA CRUZ
“¿Para qué dejó el mundo, los suyos, cuanto tenía, sino para seguir a Cristo? ¿Para qué la llamó Él con tanto amor, sino para que, siguiendo su palabra, se renunciase a sí misma, tomase su cruz y le siguiese?” (C 5042).
“Entre todo lo que hay acá para agradar al Señor, escojamos el padecer por su amor, que esto nos enseñó Cristo nuestro Bien y a esto nos convida” (B 1759).
TERCERA ESTACIÓN
JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ
“Procure ser más fiel que nunca, y cuando caiga, a levantarse enseguida, y pidiendo perdón al Señor –y a la criatura también cuando la falta ha llegado al exterior–, crea que no ha pasado nada, sino que por la humillación y el dolor, se ha aumentado el amor del Señor al alma” (C 3087).
“No tenga miedo de llevar mal su cruz porque la sienta, que el Señor bien conoce nuestro corazón y ve que, aunque sólo quiere lo que Él quiere, cuesta mucho…” (C 4869).
CUARTA ESTACIÓN
JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE
“La angustia y la amargura grande que me invadió era lo de menos… Él me debió inspirar entonces el acudir a la Santísima Virgen y tratar de acompañarla en sus dolores, olvidando todo lo mío. Apenas acudí a Ella, se me quitó todo y me quedé sufriendo mucho, pero con paz y pudiendo aceptarlo” (C 305).
“Señor, os renovamos con todo nuestro corazón el ofrecimiento de todo nuestro ser, de nuestra vida, de nuestra sangre, y ¡qué dichosas seríamos si los aceptaseis, unido todo a los méritos de vuestra pasión y muerte y a los dolores de la Santísima Virgen!” (B 778).
QUINTA ESTACIÓN
EL CIRENEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ
“Hay que seguir cargando con la cruz de Cristo, y si no nos la va a dar a nosotros, ¿a quién va a ir a buscar?” (C 2508).
“Pongamos el hombro para ayudar al Señor a llevar la cruz ahora que tantos suyos le dejan” (C 4586).
“Me pareció me convidaba el Señor a permanecer junto a Él, para que pudiese apoyar su cruz sobre mi corazón, que le serviría de algún descanso. Me dieron muchos deseos de que así fuese” (C 403).
SEXTA ESTACIÓN
LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS
“¡Qué paz encontraría si, olvidándose de todo, viviese con todo su cuidado y atención amorosa puestos no en sí ni en sus cosas, sino sólo en las de Jesucristo!” (C 5048).
“Ha querido le llamen ‘mendigo de amor’… La verdad que es para volverse locos que desee esto de sus pobres criaturas… A ver si sus esposas, las que Él ha escogido, se lo dan de verdad, cada día más, cada momento más. ¡Pobre Jesús mío! ¡Que le dejen tan solo… que le amen tan poco!” (C 4955).
SÉPTIMA ESTACIÓN
JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
“Aunque caiga, levántese enseguida, pida perdón al Señor y acuda a sus méritos, que Él quita el pecado del mundo, y a empezar de nuevo. Si Él no se hubiese levantado cuando cayó con la cruz, ¿qué hubiese sido de nosotros?” (B 1059).
“Bendito sea Dios, que haga de nosotros lo que quiera, aunque sea con lágrimas y con el corazón hecho polvo, que esto también es permisión suya, que cuando quiere que suframos con valor cuesta mucho menos que cuando permite lo hagamos sin fuerzas” (C 3880).
OCTAVA ESTACIÓN
JESÚS ENCUENTRA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
“¡Hija, por amor de Dios! En estos momentos en que tanto hay que pedir y reparar, no se entristezca sino por las ofensas de Dios, y agradézcale las cosas desagradables al natural, sean las que sean, y más las que tan directamente tienden a hacerle agradable a Él” (B 13).
“Si sus lágrimas son de contrición, muy bien, las apruebo; si no, sólo las ofensas de Dios son dignas de las lágrimas de una esposa suya” (B 3).
NOVENA ESTACIÓN
JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
“¡Qué bueno es sufrir por el Señor! Con Él todo se puede, aunque el pobre corazón cree a veces que no puede más. No estás sola, pues aún más que nunca tienes ahora al Señor contigo” (C 4764).
“Espero que ya habrá empezado de nuevo con más brío y más amor, que ése es el efecto que han de dar las caídas. ¿Dónde está la humildad, hija mía? Acostúmbrese a verse como es, pura miseria y nada, pero esta miseria y esta nada no le impedirá, si acude al Señor y sin cansarse, empezar de nuevo confiando en Él… Quiere el Señor que sea humilde, perseverante, fiel y valiente” (B 6).
DÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
“Enamórese de no ser nada, de no servir para nada, de no contar para nada, porque esto sería una felicidad inmensa: abrazarse a Él, sumergirse en Él, imitarle a Él y pasar así estos cuatro días de vida” (C 5042).
“¿No ve cómo el Señor escucha los deseos que Él mismo le dio, tantas veces repetidos, de ofrecérselo todo, de dárselo todo, de que se lo quite todo? Si ahora no los tiene sensiblemente, el Señor los ve en el fondo de ese corazón tan suyo, y obra en consecuencia” (C 6248).
UNDÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
“Me pareció entender algunas cosas y cómo era necesario abandonarse en manos de Dios del todo y dejarse crucificar, pero que ya era muy dulce este camino después de haberlo recorrido el Señor, porque era en su misma cruz y con Él” (C 258).
“Que el Señor les dé fortaleza santa y les infunda de tal modo su amor, que pongan su felicidad en estar crucificadas con Él” (C 4729).
DUODÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS MUERE EN LA CRUZ
“Me sentí recogida, me imaginé al pie de la cruz, yo no le sé explicar. El Señor estaba allí; me hacía entender lo que había sufrido por las almas; su inmenso amor, su misericordia para todos, y cómo sólo había que entregarse y dejarse crucificar por el amor, a pesar de la propia miseria, y dejar que Él haga lo que quiera. No lo sé explicar; me parecía que todos mis pecados y miserias se abismaban en ese amor y en su misericordia, que se lavaban con esa sangre” (C 247).
“Se me graba en el alma el recuerdo del Calvario…, y yo me quedo allí con la Santísima Virgen” (C 322).
DÉCIMOTERCERA ESTACIÓN
JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ
“Verdad es que, aunque diera mi vida, no me bastaría y me parecería nada para Dios… Y yo, miserable, quisiera tanto reparar ese cúmulo de horribles pecados que se cometen en el mundo y en los que yo también tuve parte, y los que dicen fueron causa más especial de ese tormento de mi Jesús” (C 82).
“Estamos pidiendo horrores por este pobre mundo que así se ha apartado de Dios. En María, nuestra dulcísima Madre, está toda nuestra confianza para que no se pierdan las almas que tanto, tanto costaron a su Hijo Divino y a Ella” (C 2566).
DECIMOCUARTA ESTACIÓN
JESÚS ES SEPULTADO
“Lo único que yo sé es que no puedo ya vivir sino para Dios; necesito vivir olvidada, desconocida, despreciada, lo más cerca posible de su vida santísima”(C 67).
“Después de los ejemplos de humildad tan tremendos que el Señor nos da en su Pasión, después de hacerse hombre, morir del modo más humillante que existe en la tierra, no sé cómo no nos tiramos de cabeza a todo lo más bajo que pueda haber, siguiendo ese ejemplo del amor de nuestro Dios” (C 5004).
DECIMOQUINTA ESTACIÓN
JESUS RESUCITA DE ENTRE LOS MUERTOS
“Me pareció sentir como la mirada del Señor sobre mi alma con amor compasión; yo también le miraba y con eso me parece lo decía todo sin poder decir nada; después recordé aquello de que “al nombre de Jesús se doble (toda rodilla)”, y no sé qué gozo tan intenso experimenté de la gloria y del triunfo del Señor” (C 254).
“¡Qué será cuando veamos a la Eterna Majestad! Y pensar que esa será dentro de nada y ara siempre, siempre, siempre con Él y con nuestra Madre dulcísima” (C 3195).